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Chiribiquete: un milagro de 2,7 millones de hectáreas

Quienes lo han recorrido a pie o han visto su tupida vegetación desde un avión, siempre describen al parque nacional natural Serranía de Chiribiquete con adjetivos superlativos, algunos recurrentes: exuberante, impresionante e insuperable. Pero hay una frase que muchos pronuncian como una sentencia unánime, como si fueran palabras en clave que se adquirieran al sentir su impacto de aire puro, al lograr poner los ojos en paisajes que no se ven en ningún otro rincón del mundo o al ser sorprendidos por el aleteo de una bandada de mariposas de colores o el salto de un mono lanudo: Chiribiquete es la máxima maravilla natural de Colombia.
Por esta significativa característica en la que coinciden los pocos que han palpado este reducto maravilloso –frase que adquiere mayor resonancia por pronunciarse en el país más biodiverso por kilómetro cuadrado en el globo– y por haberse consolidado como el último mundo perdido por descubrir en el planeta, como lo ha explicado el ecólogo Andrés Hurtado, es que el país ha celebrado en los últimos días que esa zona nacional protegida haya sido ampliada.
Ahora alcanza casi 3 millones de hectáreas entre Caquetá y Guaviare. Una extensión que se transforma en una apuesta por la vida, la sostenibilidad y el bienestar de la humanidad, que en este momento contribuye a resguardar la quinta parte de la Amazonia colombiana –14’227.911 de hectáreas, es decir, el 11 por ciento de la superficie continental del país–.
Según expertos nacionales e internacionales, el Parque de Chiribiquete es uno de los hotspots de biodiversidad a nivel mundial. Y cuando a algún lugar se le define así, se concreta al mismo tiempo una especie de pulso entre el bien y el mal. Porque esta palabra indica que es un sitio con un valor natural y arqueológico incalculable, pero con todos esos recursos en riesgo. Es la combinación perfecta entre una noticia mala y una buena.
Para comenzar por la segunda, hay que decir que el parque de Chiribiquete es una superpotencia biodiversa del tamaño de Bélgica. Bogotá cabría 17 veces en sus terrenos. Es un bosque tan grande que alcanzaría para cubrir, dos veces, todo el Eje Cafetero. Y es tres veces más grande que Yellowstone, el parque nacional más famoso de Estados Unidos y el más antiguo del mundo. Seguramente no les alcanzará el resto del siglo a los taxónomos modernos para medir todo lo que cabe allí en términos de fauna y flora.
Un salvavidas para los jaguares
Según la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, se sabe (con la posibilidad de que esto sea solo la punta de un gigantesco iceberg) que allí viven 238 especies de peces, 900 de plantas y 492 de aves, entre ellas el colibrí esmeralda, único en el mundo (endémico). En pocas palabras, es un Área de Importancia Mundial para la Conservación de las Aves (Aica). Con la ampliación, Chiribiquete sumó 1’483.398 hectáreas a su área tradicional, que de todas formas lo hacía el parque más grande del país. Y con esa adición, agregó 60 especies de reptiles, 57 de anfibios y 209 de mariposas. Y ahora resguarda 35 especies amenazadas de mamíferos, de las cuales una está en peligro crítico de extinción: el famoso mono churuco.
A esto se suman los jaguares. Según Esteban Payán, director de la Fundación Phantera, que el Chiribiquete haya aumentado su polígono de preservación concreta el mayor salvavidas que se le ha lanzado a la conservación de este felino en el país. “Allí pueden haber 850 animales adultos, que podrían garantizar el futuro de la especie en el peor de los casos”.
Uno de los argumentos que justificó su expansión es que esta área de reserva se vuelve una muralla para proteger la zona mejor conservada del Amazonas colombiano, que según Martín von Hildebrand, director de la fundación Gaia, tiene las mayores posibilidades de sobrevivir al cambio climático y a la pérdida de recursos naturales entre los terrenos amazónicos que se extienden por nueve países del continente. “De ahí la importancia de mantenerla intacta”, explica.
Uno de los primeros colombianos que pisó este sitio fue Carlos Castaño, exviceministro de Ambiente y actual director científico de la fundación Herencia Ambiental Caribe.
“Cuando llegamos allí, en los 90, con Thomas van der Hammen, este era un sitio tan nuevo que los animales no huían; dantas, jaguares, monos se quedaban quietos ante nosotros, como si fuéramos otra especie que acabara de llegar al mundo, una reacción que mostraba que la presencia humana en el lugar había sido nula”.
Pero hay dos razones naturales más que hacen de Chiribiquete, según Castaño, una joya. “Su formación geológica, a grandes rasgos, hizo de esta región una especie de ‘Arca de Noé’ que permitió la formación de animales y plantas únicos. “Hoy es el gran laboratorio de Colombia, científico y ecológico”, dice Castaño. Además, resulta una pieza vital dentro del andamiaje de la selva húmeda tropical, en su función de aire acondicionado de esta parte del planeta. Sus árboles regulan el clima del país y por ellos llueve en las regiones Andina y Caribe.

Y la segunda explicación de su valor es que en medio de los ríos Apaporis (el segundo más largo del país después del Magdalena), Macayá, Ajajú y Yarí, y exactamente entre los tepuyes o altas montañas con paredes verticales, algunas con más de 1.000 metros, hay un estimado de 200.000 muestras de arte rupestre que han perdurado por siglos. Según Castaño, fueron creados hace 19.500 años, aún tienen una calidad gráfica excepcional y son vestigios de procesos ceremoniales de comunidades primitivas.
“Es como una segunda Altamira”, dice Julia Miranda, directora de Parques Nacionales, quien compara esos hallazgos con los que se conservan en la cueva de Altamira, en España, donde se observa uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la Prehistoria. Esos pictogramas, que pueden ser los más antiguos del continente, demuestran que Chiribiquete fue un punto neurálgico en el poblamiento de América del Sur. Una historia que se refuerza hoy con la presencia de los resguardos Yaguara, Mirití-Paraná, Nonuya-Villa Azul, Aduche y Mesay, pertenecientes a las familias lingüísticas uitoto, caribe y arawak, que aprobaron la extensión del parque y que han vivido en aislamiento voluntario durante décadas.
Los alrededores de Chiribiquete están sujetos a enormes presiones, entre las que figuran, según análisis de Parques Nacionales, la ampliación de la frontera agrícola, la ganadería extensiva, una eventual explotación de hidrocarburos, los cultivos ilícitos –que, aunque se han reducido, no desaparecen del todo– y la deforestación que avanza desde La Macarena. Por algo, según el Ideam, la región más afectada por la pérdida de recursos madereros es la Amazonia, donde se concreta el 46 por ciento de la destrucción de los bosques nacionales.
Hoy, en los límites de Chiribiquete existen cinco solicitudes de legalización de explotaciones de minerales como oro, plata, platino, cobre y plomo. Por eso, para expertos como Castaño, el afán por su protección no debería tener límites. “Soñé alguna vez con blindar 5 millones de hectáreas, pero 2,7 millones son un buen comienzo”.
Entrevista con la directora de parques
Vigilancia sería con aviones no tripulados
Julia Miranda, directora de la oficina de Parques Nacionales Naturales, explicó que Chiribiquete es quizá una de las áreas protegidas del país más importantes por su biodiversidad. La funcionaria sabe que vendrán muchos retos, entre ellos, cuidar los nuevos terrenos de una zona compleja y de difícil acceso. Esto le dijo a EL TIEMPO.
¿Cómo se hará la vigilancia en medio de las dificultades financieras de Parques?
Tenemos que ser creativos, pero, mientras tanto, haremos monitoreo satelital. Nos han ofrecido aviones no tripulados (‘drones’) y lo estamos analizando. También es importante la ayuda de campesinos e indígenas.
¿Qué análisis hace de la tala que afecta la zona?
Es un problema que está avanzando desde La Macarena hacia el sur. El reto es darles nuevas oportunidades de ingresos a los campesinos para que abandonen esa práctica.
¿Alguna idea?
El programa Corazón de la Amazonia, que permitió la ampliación, nos llevará a trabajar con las corporaciones autónomas regionales y los parques que rodean a Chiribiquete en tres objetivos: el apoyo a las comunidades para la introducción de cultivos legales, el desarrollo de programas de ganadería responsable y el diseño de proyectos de Reducción de Emisiones por Deforestación Evitada (Redd) para que los lugareños reciban un pago por cuidar el bosque.
¿Qué destaca del proceso de ampliación?
Que trabajamos de la mano con la Agencia Nacional de Hidrocarburos para eximir al parque de la exploración y la explotación petrolera. También es clave decir que en Chiribiquete no habrá solicitudes de títulos mineros.
Freno a la minería
La ampliación se anunció en el 2012
La decisión de duplicar el área del parque Chiribiquete se concretó un año después de que el Gobierno anunció, durante la Cumbre Río + 20, la creación de una reserva minera de 17 millones de hectáreas (en la Amazonia, al igual que en la Orinoquia y Chocó), para que allí se realicen grandes proyectos para sacar minerales. Precisamente, el parque blindará recursos naturales clave de ese impulso extractivo. Su ampliación se produce, además, en medio de una decisión del Minambiente de crear áreas temporales de reserva, en 10 millones de hectáreas en todo el país, para excluirlas de un posible daño.
JAVIER SILVA HERRERA
Redacción Vida de Hoy
Publicación
eltiempo.com
Sección
Medio ambiente
Fecha de publicación
24 de agosto de 2013
Autor
JAVIER SILVA HERRERA

Huelga agraria en Colombia


Greenpeace manifestó su profunda preocupación por la falta de resolución del conflicto agrario que llevó a los campesinos a realizar una huelga durante más de ocho días; y que ya se ha cobrado al menos cinco víctimas fatales.

La organización ecologista reclama al gobierno del presidente Juan Manuel Santos que reciba a los campesinos en huelga y escuche los reclamos de un sector vital para el desarrollo local.
Por otro lado, desde Greenpeace cuestionaron duramente los paquetes de leyes que se están debatiendo en la región que buscan ampliar el alcance de la propiedad intelectual de las semillas, lo que impactará necesariamente en la agricultura, la biodiversidad local y la soberanía alimentaria. Ya en 2010, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), había aprobado la Resolución 970, que regula y controla la producción, uso y comercialización de todas las semillas en el país.
 “Es alarmante el avance de las compañías multinacionales sobre la agricultura, buscando, una vez más, legislaciones nacionales que se adapten a sus negocios. Vienen avanzando en Colombia y Perú, pero también en Chile y Argentina”, señaló la entidad ecologista.
 “La industria agraria basada en el uso intensivo de químicos y organismos genéticamente modificados no conseguirá la seguridad y la soberanía alimentarias. Por el contrario, profundizará la dependencia económica de otros países y empresas multinacionales”.
 Para Greenpeace el futuro de la agricultura y la ganadería requiere una producción moderna que se relacione con la naturaleza y la gente. Para ser social y ambientalmente sostenible se debe prohibir la utilización de agroquímicos y de organismos genéticamente modificados (OGM), también conocidos como transgénicos.
 “Los OGM vienen acompañados por paquetes tecnológicos y legales que esclavizan a los productores agropecuarios e impactan sobre la biodiversidad”, agregaron.
 Con la promesa de obtener un mejor rendimiento, las compañías ofrecen semillas genéticamente modificadas preparadas para tolerar agroquímicos que matan todo organismo vivo que no haya sido modificado para tolerarlo. Esto conlleva graves problemas de contaminación para el suelo y las comunidades locales. Luego, las empresas o los gobiernos de donde estas provienen presionan para patentar sus semillas y lograr leyes que le permitan demandar judicialmente a cualquier productor que use dicha tecnología sin permiso. Incluso quienes no han sembrado semillas transgénicas pero sus plantas han sido polinizadas de modo natural por las primeras, son susceptibles de enfrentar juicios millonarios.
 “La industria agroquímica asegura que este tipo de alimentos salvarán al planeta y alimentarán al mundo, pero lo que en realidad nos dan son promesas vacías, escándalos de contaminación y la apropiación de nuestros alimentos por parte de las corporaciones”, advirtió Greenpeace.
 Según la Defensoría del Pueblo, en 2011 el 40,8% de la población colombiana se encontraba en condiciones de inseguridad alimentaria (1). El ingreso de los transgénicos y estas nuevas normativas no asegurará la mejora de estos indicadores.  
 Greenpeace promueve un modelo agrícola ecológico que priorice los recursos y el conocimiento de los agricultores orgánicos, que proteja a los alimentos y a los productores agrícolas de las corporaciones y, al mismo tiempo, reclama el derecho de los consumidores a saber si sus alimentos fueron modificados genéticamente.

Tomado de: http://www.greenpeace.org

Tala arrasó con el 10 por ciento de los bosques colombianos


La devastación de árboles también es una causa de la tragedia invernal, porque causa deslizamientos.

El invierno que azota al país desde septiembre, y que hasta este martes deja 108 muertos, 419.612 personas afectadas y 71.340 viviendas averiadas, también ha impuesto una marca poco usual: 186 deslizamientos de tierra, casi tres diarios y en diferentes partes del país. Esto último, por un tema en el que casi nadie piensa: la deforestación.


Precisamente este martes, la tala, que avanza como un cáncer por todo el territorio, fue exhibida en cifras por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y el Ministerio de Medio Ambiente, quienes dieron una cifra contundente que muestra la relación entre esa devastación indiscriminada de árboles y la tragedia invernal. 


En los últimos 20 años, en Colombia se han talado 6 millones 200 mil hectáreas de bosques, es decir, se ha arrasado con el 10 por ciento de la cobertura boscosa nacional, que es, aproximadamente, de 60 millones de hectáreas. 
"Sin árboles hay erosión y esa erosión da lugar a tierras frágiles que terminan derrumbándose", explicó Frank Pearl, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Eso sin contar que la tierra deslizada termina en los ríos, aumenta la sedimentación de los caudales y su vulnerabilidad a desbordarse.
El Programa de Monitoreo del Ideam, el primero que tiene el país en su historia, arrojó que la tasa de pérdida de bosque natural entre 2005 y 2010 fue de 238.361 hectáreas anuales promedio. Esto equivale a decir que cada año se tala un área casi cercana a la totalidad del Atlántico.
Esta cifra aumenta a 310 mil hectáreas cuando se tienen en cuenta datos entre 1990 y el 2010, cifra que se aproxima mucho a las 336 mil hectáreas de bosques arrasados por año que fue publicada el año pasado por el Ideam, pero que usó una metodología diferente de verificación.
La ampliación de la frontera agrícola y pecuaria, la siembra de cultivos ilícitos, la colonización, la minería, la extracción ilegal de madera para venta o auto consumo y los incendios forestales son las principales causas de este deterioro, que según académicos de la Universidad Nacional como Jesús Rangel (para quien la tasa de deforestación puede ser casi tres veces mayor), tiene en extinción a cerca de 500 especies de plantas nativas. 
El Libro Rojo de Plantas de Colombia incluye, por ejemplo, 34 especies maderables nacionales que están reportadas con algún grado de amenaza y que se cortan sin permiso para venderse por pedazos en el interior del país o para exportarse a China y a otros mercados asiáticos. Entre ellas aparecen el abarco, el guayacán y el cedro, que ya casi no se ve en Amazonas.
La región más afectada es la zona Andina, con una tasa de deforestación de 87.090 hectáreas anuales promedio (entre 2005 y 2010), seguida de la Amazonia, con 79.797 hectáreas anuales promedio en ese mismo lapso. Les siguen la región Caribe (40.018 hectáreas anuales promedio), la Pacífica (22.149 hectáreas anuales promedio) y la Orinoquia (9.307 hectáreas anuales promedio taladas).
Dentro de esas áreas, la mayoría de la tala ilegal se concentra en el norte y occidente de la Serranía de la Macarena; en Sarare (Arauca); San José, Calamar y Miraflores (Guaviare); La Paya y San Miguel Guamez (Putumayo); Catatumbo (Norte de Santander); en la Sierra Nevada de Santa Marta; Bajo Mira (Nariño) al igual que en  Caquetá, Paramillo, la Serranía San Lucas y los Montes de María.
Casos puntuales que reflejan los daños se viven en Chocó y el Caribe, donde la política que rige desde 1996 ha sido insuficiente para mitigar el daño ambiental. En el primero, si no se toman medidas inmediatas, la fragmentación de los bosques podría ocurrir antes de 40 años, o, como advierte Julio Carrizosa, investigador de la UN, estos se podrían extinguir en menos de 70 años. Por su parte, en la Costa Atlántica queda menos del 2 por ciento de la cobertura original del bosque seco, ecosistema típico de esta zona.
El Gobierno anunció que para la reparación de esta tragedia restaurará o reforestará 280 mil hectáreas. "La deforestación sigue creciendo y requiere de toda una batería de acciones conjuntas y urgentes para controlarla", dijo Ricardo Lozano, director del Ideam.
En las zonas con mayor deforestación se trabajará en conjunto con el Ministerio de Agricultura para frenar la frontera agropecuaria. Se promoverán proyectos silvopastoriles para frenar la expansión de la ganadería en áreas de bosque natural y se hará restauración ecológica en sitios degradados por pastoreo excesivo. 
De esto ya hay avances en cinco regiones del país y en 50 mil hectáreas, donde trabajan pequeños y medianos ganaderos. El Ministerio de Ambiente trabaja allí con el apoyo del Banco Mundial, Fedegan, el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez y The Nature Conservancy-TNC.
A esto se suma el Pacto Intersectorial por la Madera Legal en Colombia, respaldado por el presidente Juan Manuel Santos y 50 entidades, y que busca que la madera extraída de los bosques y comercializada en mercados locales provenga exclusivamente de fuentes legales.

Tomado: REDACCIÓN VIDA DE HOY - El tiempo

Crece el comercio ilegal de fauna

En Colombia hay 'carteles' dedicados al tráfico de especies silvestres. Controlan rutas, mercados y distribuidores locales e internacionales.







Después de los estupefacientes y las armas, el comercio ilegal de fauna y flora es la actividad ilícita que más dinero mueve en Colombia. En este sentido, se acaban de conocer varios informes que muestran las dimensiones que ha tomado este 'negocio'. Uno de los más recientes lo emitió la Contraloría
 General de la República, en el cual advierte que pese a los esfuerzos de las entidades ambientales y policiales, mediante operativos y acciones para evitar el tráfico ilegal de especies silvestres, aún es muy poco lo que se ha logrado frente a la magnitud de lo que está sucediendo en esta materia. Advierte que la explotación de la vida silvestre con fines comerciales ha tenido un fuerte impacto sobre las poblaciones naturales, especialmente sobre aquellas con una fuerte demanda en los mercados mundiales de la moda, a tal punto que varias de ellas han sido llevadas al borde de la extinción. Actualmente, según el organismo de control, hay 119 especies colombianas amenazadas, de acuerdo con los registros consignados en el Libro Rojo de la Unión Mundial para la Naturaleza. A su vez, la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre incluye en sus listas 447 especies colombianas.

Por ejemplo, un ave que solo se reproduce en los Farallones de Cali, y cuyo nombre omitimos por sugerencia de los organismos de control, puede valer en el mercado internacional hasta $230 millones. En esta bolsa mundial, en la que participan coleccionistas, la industria de la moda, la ciencia y las prácticas religiosas (fetichismo) se mueven más de US$22.000 millones al año, y Colombia tiene un protagonismo importante en ella. Así lo revela el informe 'Estadísticas del uso ilegal de fauna silvestre en Colombia', elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente. En él se reporta que muchas variedades de guacamayas, loros, halcones, gavilanes y águilas, algunas en vía de extinción, van a parar a este tráfico ilegal. Además, que los primates se comercializan para proveer el mercado de mascotas y se utilizan como modelos en la investigación biomédica, mientras que los felinos continúan siendo fuertemente explotados para proveer el mercado de pieles y para exhibir de manera privada.

Los cerdos de monte también son capturados para la comercialización de su carne y piel. Igual sucede con las dantas y los borugos. Las poblaciones de iguanas también se han visto seriamente afectadas tanto por la extracción de ejemplares vivos, como la de sus huevos. Las babillas y el caimán negro tampoco han escapado a esta caza indiscriminada ya que su piel y carne, respectivamente, son vendidas. También están amenazadas las boas y las tortugas. Y hacia Japón se están enviando millones de escarabajos gigantes, los cuales están siendo utilizados por los niños como mascotas ya que el hacinamiento no les permite tener ni perros ni gatos. Los precios que se pagan por estas especies en el mercado internacional también se omiten por sugerencia de las autoridades.

Pese a que varios organismos coinciden en que el tráfico ilegal de fauna silvestre es uno de los mercados ilegales que más mueve recursos en el país, ninguno se atreve a dar una cifra precisa. Álvaro Villate, contralor delegado para el Medio Ambiente, asegura que es muy difícil determinar ese dato porque la información es muy fragmentada y solo hasta ahora se están haciendo este tipo de evaluaciones. Minambiente sostiene en su informe que debido a la naturaleza ilegal de la actividad no se conoce su verdadero alcance, pero se considera de "gran magnitud". La Dijin, por su parte, tampoco se atreve a dar una cifra 'oficial' pero advierte que el impacto de este tráfico ambiental no puede ser medido solo en términos económicos.

Sin embargo, los decomisos nos pueden dar una pista. El año pasado, por ejemplo, diferentes autoridades decomisaron en diversas regiones del país 19.000 tortugas hicoteas, 217 micos, 42 cacatúas, 202 guacamayas, 12 osos hormigueros, 43 osos perezosos, 133.000 peces y 10 babillas, entre otros animales, que iban a ser vendidos en plazas de mercado o que eran transportados a centros urbanos para su posterior comercialización hacia el exterior. El valor de estas especies incautadas en 2005 supera en el mercado negro los $16.000 millones, pero solo representa un pequeño porcentaje de lo que realmente se trafica. Entretanto, en el Centro de Recepción y Rehabilitación de Fauna Silvestre del Dama, en Bogotá, hay 830 animales que han sido decomisados o entregados voluntariamente. Entre ellos hay guacamayas, azulejos, pavos de monte, carracos, micos, tortugas, búhos, ardillas, un zorro, águilas, decenas de tarántulas, loros, borugos… ?

Crimen organizado 
Un reciente informe de inteligencia del Grupo Investigativo de Delitos contra el Medio Ambiente, de la Dijin, revela que en el país el tráfico de especies silvestres se ha constituido en una empresa del crimen organizado. Para la capitana Mabel Rocío Hernández, quien dirige esta unidad especial, el hecho de que Colombia albergue el 10% de la flora y fauna mundial, en tan solo el 0,7% del territorio del planeta, ha convertido al país en uno de los blancos predilectos de las organizaciones dedicadas al tráfico ilegal de especies. Las indagaciones a su cargo y las del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Dijin han revelado que estas redes están conformadas por grupos familiares que cuentan con la infraestructura y los equipos necesarios para facilitar su operación, como fincas, bodegas y vehículos.

Así mismo, que están organizados por grupos. Los recolectores son habitantes de la región (campesinos, indígenas, colonos) que conocen la topografía, las especies, sus ciclos reproductivos y sus hábitats naturales, pero que desconocen la naturaleza delictiva de los encargos, por los cuales reciben sumas irrisorias. Luego están los grupos de transporte que se encargan de movilizar las especies en botes, camperos, camiones y vuelos de carga en los que llegan lo más cerca posible de los centros urbanos. En las ciudades opera el grupo de comercialización que se especializa en contactar y ampliar los nichos del mercado tanto en el país como en el exterior. Para la Dijin, esta estructura de redes se caracteriza por traficar altos volúmenes de especies y utiliza internet para hacer contactos y concretar pedidos.

La demanda 
En la industria de la moda se ha encontrado que gran parte de las pieles de reptiles y de algunos mamíferos que salen del país de manera clandestina, tiene como destino reconocidas casas de moda, en especial fabricantes europeos de abrigos, chaquetas, zapatos y accesorios. Cuando la demanda es alimentaria, Asia es el principal destino de diferentes clases de anfibios (ranas), reptiles, crustáceos, insectos, así como de aletas de tiburón cuyo destino es Japón. Por esta práctica, está a punto de desaparecer una especie única de tiburón que solo se reproduce en los alrededores de la isla de Malpelo.

Otro grupo que también patrocina este mercado ilegal es el de los coleccionistas. En Estados Unidos, según la Dijin Ambiental, son comercializadas especialmente las aves exóticas, por las cuales se pagan cifras exorbitantes, solicitadas por sus llamativos colores como los papagayos y tucanes. Además de las aves, los coleccionistas compran felinos, tarántulas, coleópteros, reptiles y peces. El organismo de inteligencia también llama la atención en el sentido de que los efectos de la investigación científica no controlada, relacionada con la biopiratería, también está motivando esta práctica. Cabe recordar que en 2004, un panameño fue detenido en el muelle internacional del aeropuerto Eldorado, de Bogotá, por llevar en una valija varias ranas vivas de una variedad venenosa y protegida del Chocó, las cuales son altamente peligrosas ya que con poca transpiración pueden acabar con la vida de varias personas. El principal destino de este mercado biológico, según la Policía, es la industria farmacéutica.

Las rutas 
Las autoridades han identificado, desde Colombia, tres rutas principales hacia diferentes regiones del mundo. La primera tiene como destino México, Estados Unidos (Florida, Nueva York, Texas y California), República Dominicana y Ecuador. Esta se especializa en el tráfico de aves, pieles de reptiles, mamíferos y anfibios. La segunda, en la que se comercializan especialmente pieles de reptiles y mamíferos, cubre el Reino Unido, Italia, Alemania, Bélgica, República Checa y Suecia, entre otros países europeos. Y hay otra cuyo destino principal es el continente asiático, específicamente Malasia, Indonesia, Japón, Taiwán, Singapur, Corea del Sur y Tailandia, en donde se venden reptiles, anfibios, insectos y especies de flora silvestre.

En el interior del país, la Contraloría General de la República, con base en informes del DAS Rural, hizo la siguiente clasificación de rutas regionales para la movilización de la fauna silvestre y sus subproductos. Los mamíferos, aves y reptiles se mueven entre Amazonas-Meta-Bogotá, Casanare-Bogotá, Caquetá-Huila-Tolima (Girardot)-Bogotá, Chocó-Antioquia-Barranquilla, Putumayo-Nariño-Valle. Los anfibios, coleópteros y arácnidos se mueven en la ruta Chocó-Valle-Bogotá, Boyacá-Bogotá-Bajo y Medio Magdalena-Cundinamarca. Los pescados y peces ornamentales salen principalmente por Amazonas-Bogotá, Magdalena Medio-Bogotá, Chocó-Antioquia-Bogotá, Llanos Orientales-Bogotá y Caquetá-Putumayo-Bogotá.

Según la Dijin, los departamentos más afectados por la caza indiscriminada de aves son Cesar, Atlántico, Magdalena y Antioquia. Con respecto a la comercialización de pieles de reptiles, los damnificados son Sucre, Córdoba, Cesar y Antioquia. En cuanto a mamíferos, huevos de iguana y de tortuga, toda la Costa Atlántica. El Amazonas, por su enorme diversidad, es el más afectado.

Jalón de orejas 
Si bien las autoridades ambientales han intensificado su persecución de los traficantes de fauna silvestre, los animales incautados se han convertido en una verdadera papa caliente, pues el país no cuenta ni con normas jurídicas que regulen el manejo posdecomisos ni con la infraestructura suficiente para la administración de los mismos. Así lo denunció la Procuraduría General de la Nación en el informe preventivo 'Diagnóstico sobre el manejo y disposición de especímenes decomisados de fauna silvestre en Colombia', según el cual tampoco existen estadísticas concretas sobre los decomisos y el tráfico ilegal.

"A pesar de la existencia de protocolos de manejo posdecomiso de fauna silvestre, no hay procedimientos que den cuenta de la situación de estos animales. Solo 21 de las 39 autoridades ambientales cuentan con algún tipo de infraestructura para la fauna silvestre decomisada, como jaulas, centros de paso o centros de atención y valoración. La actuación de las autoridades ambientales en cuanto a decomisos y entregas voluntarias de animales es pobre", sostiene el organismo de control.

La Procuraduría también encontró un bajo reporte de investigaciones adelantadas en contra de los infractores frente al número de animales decomisados. En el período analizado (1995-2004) solo se habían iniciado 1.639 investigaciones frente a los 251.776 animales decomisados; 45 de ellas concluyeron en multa y 263 en sanción diferente, incluido el decomiso definitivo. En otras palabras, las sanciones solo cubrieron el 18,79% de las investigaciones iniciadas. Y solo 9 de las 39 autoridades ambientales interpusieron denuncias penales en la Fiscalía General de la Nación con el fin de colaborar con la investigación y la respectiva sanción penal al tráfico ilegal de fauna silvestre. 

Ante las deficiencias reveladas en este informe, la Procuraduría requirió al Ministerio del Medio Ambiente un plan de acción para resolver todos y cada uno de estos aspectos críticos. En carta enviada a ese despacho, el Jefe del Ministerio Público instó al Estado para que adopte con prontitud medidas eficaces para proteger integralmente la fauna colombiana en su condición de recursos públicos, aplicar sanciones penales y administrativas a quienes infrinjan las normas que regulan su administración y uso, así como incentivar el desarrollo de investigaciones científicas que permitan conocer más nuestra diversidad biológica con la finalidad de usarla mejor. 

A este requerimiento se suma el de la capitán Mabel Hernández, jefe del Grupo Investigativo de Delitos contra el Medio Ambiente, de la Dijin, para la cual es sumamente importante que los encargados de perseguir y procesar a los delincuentes posean el conocimiento necesario sobre la materia. En este sentido, advierte que una de las prioridades más importantes es la creación de una Fiscalía especializada y el fortalecimiento de los grupos investigativos de delitos ambientales para poder judicializar a los traficantes de especies silvestres en Colombia.

Según ella, hay mucho desconocimiento sobre el marco legal e institucional que existe para meter en cintura a los infractores, como la Ley 17 de 1981 mediante la cual Colombia ratificó el Convenio Internacional Contra el Comercio Ilegal de Flora y Fauna Silvestres (Cites), el Código Nacional de Recursos Naturales, el Estatuto de Protección de los Animales, el Estatuto Nacional de Pesca, el Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas que Colombia ratificó con la Ley 165 de 1994 y el Código Penal Colombiano, además de lo que ordena la Constitución Nacional al respecto. 

Así como ella, muchos creen que aún estamos a tiempo para frenar este mercado ilegal que tiene efectos irreversibles a largo plazo e incalculables en términos de pérdida de nuestra diversidad biológica. 

Tomado:http://www.dinero.com/edicion-impresa/especial-comercial/articulo/crece-comercio-ilegal-fauna/35927

Ley que prohíbe animales en circos es injusta: Raúl Gasca

Raúl Gasca, del Circo Hermanos Gasca, dijo que le parece "injusta" la decisión de la plenaria del Senado de aprobar el proyecto de ley que establece la prohibición para utilizar animales en los circos del país, pero no para los zoológicos, acuarios y corridas de toros.
También expresó que le parece absurdo que el presidente de la Cámara, Augusto Posada, sustentara la prohibición de los animales en los argumentos de un organismo inglés, pese a que ese país no tenga ninguna restricción al respecto.
En la mayoría de países de Europa el circo es patrimonio cultural (…) acá en Suramérica, los países donde se prohíbe los animales en los circos es donde no hay circos, como en Bolivia, pero en Colombia se quedarán sin trabajo muchos por cuenta de la medida”, indicó.
Sin embargo, Posada señaló que se soportó en varias organizaciones animalistas de Europa que han venido reconociendo los derechos de los animales, “las pruebas fueron contundentes, no fue un debate acelerado ni se aprobó en 'pupitrazo' sino en casi un año se consolidaron las pruebas (…) en la plenaria de Senado solamente hubo tres votos en contra del proyecto, todo se hizo de manera responsable”.
Es triste que quieran acabar con un entretenimiento de los niños, nos han comparado con el Circo del Sol, ellos no tiene animales, pero éste circo es para grandes y un circo sin animales es poco atractivo para los menores”, dijo en Blu Radio. 
Así mismo, insistió en que nunca han maltratado a los animales que tiene en su circo, “en cada ciudad donde vamos llegan las autoridades competentes y ellos han certificado siempre el buen trato a los animales"
Gasca explicó que Colombia es un país que le gusta visitar a los animales como los tigres blancos, leones, caballos y elefantes en los circos, "nos visitan miles de personas y salen felices de ver animales bien tratados". 

Por: Elespectador.com

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